31.01.10 - 02:05 -
PAULA DE LAS HERAS MADRID./ la Verdad
El Comité Federal da pese a todo el visto bueno a la propuesta, con la abstención de la corriente minoritaria Izquierda Socialista
Los socialistas piden al Gobierno que la reforma de las pensiones sea flexible y se explique bien
No se puede decir que el Comité Federal del PSOE recibiera con alborozo el último golpe de timón del Gobierno. La propuesta de elevar a los 67 años la edad de jubilación deja intranquilos a muchos y no tanto porque consideren que es innecesario abordar una reforma del sistema de pensiones sino porque temen la reacción de los sindicatos. Si de algo han presumido los socialistas desde que el zarpazo de la crisis sacudió el mercado laboral es de su capacidad para mantener la 'paz social'. Zapatero defendió ante los suyos que la medida es «razonable» y prometió diálogo, pero la respuesta de los 'nobles' del partido no fue, esta vez, de adhesión inquebrantable.
Es raro que en este cónclave trimestral, el máximo órgano de decisión del PSOE entre congresos, se escuchen voces críticas. En los últimos tiempos lo habitual es hacer una mera exhibición de unidad y cohesión en torno al líder. Por eso las acotaciones de dirigentes territoriales como el asturiano Vicente Álvarez Areces, el madrileño Tomás Gómez o el catalán Daniel Fernández (portavoz del ausente José Montilla) resultan, pese a su timidez, significativas. «No podemos provocar fracturas con nuestros mejores aliados», avisó el veterano presidente del Principado.
La decisión del Ejecutivo ha cogido a sus propios correligionarios con el pie cambiado. No hace tanto que la consigna era responder con indignación a quienes se atrevían a hablar de la necesidad de acometer cambios para garantizar las pensiones a largo plazo. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, fue vapuleado el pasado abril por sugerir que se estudiaran medidas como ésta, aprobada ya en Alemania. Desde el Gobierno se le llamó irresponsable. Ahora es Zapatero quien la defiende parapetado en que «en todos los países europeos, en todos», hay abierto un debate sobre este asunto.
La labor del vicesecretario general del partido, José Blanco, y la secretaria de Organización, Leire Pajín, encargados de hablar con los miembros del comité para preparar la reunión, no sirvió para apaciguar el desconcierto. El órgano socialista aprobó por contundente mayoría la resolución que había preparado la dirección la víspera y en la que se alega que «la realidad de los cambios en la pirámide poblacional, el aumento de la esperanza de vida, así como los porcentajes de población activa, hacen necesario tomar decisiones para el futuro del sistema público de pensiones». Pero hubo, cosa rara, dos abstenciones; las de los representantes de Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio de Penagos y José Antonio Pérez Tapias. Y entre las 29 intervenciones que se produjeron a lo largo de las cinco horas que duró el encuentro hubo un denominador común: la petición a Zapatero para que haya flexibilidad en la aplicación de la medida y, sobre todo, para que la explique bien.
Diálogo
En este sentido se manifestaron, por ejemplo, Tomás Gómez, y el secretario general de los asturianos, Javier Fernández. El primero propuso que la reforma distinga entre sectores profesionales. Es más, sugirió que se plantee un retraso voluntario de la edad de jubilación mediante incentivos. Fernández reclamó que se tenga en cuenta la diferencia entre quienes desarrollan una actividad física y quienes se dedican a tareas intelectuales. La respuesta de Zapatero fue directa: «¿Flexibilidad? ¡Pues claro! -dijo-, será producto de la negociación».
La razón de este imprevisto giro a su política económica está en el exterior. «Es una señal positiva que el país haga un debate sobre su sistema de protección social, sobre cómo fortalece y garantizar las pensiones de aquí a 20 años», dijo en su discurso inicial. ¿Señal positiva hacia quien? «Hacia los operadores y agentes económicos», explica un destacado miembro del Gobierno.
Desde que España asumió la presidencia de turno de la UE se han multiplicado las críticas externas por la situación de las finanzas. El 'gurú' de la crisis, Nouriel Roubini, afirmó en Davos que son un «riesgo creciente» para la zona euro. Y con el déficit desbocado hasta el 11,5% el Ejecutivo necesitaba lanzar un mensaje. «Hemos venido a este comité con el rumbo claro, espero que al próximo vengamos ya con datos», concluyó Zapatero.
PAULA DE LAS HERAS MADRID./ la Verdad
El Comité Federal da pese a todo el visto bueno a la propuesta, con la abstención de la corriente minoritaria Izquierda Socialista
Los socialistas piden al Gobierno que la reforma de las pensiones sea flexible y se explique bien
No se puede decir que el Comité Federal del PSOE recibiera con alborozo el último golpe de timón del Gobierno. La propuesta de elevar a los 67 años la edad de jubilación deja intranquilos a muchos y no tanto porque consideren que es innecesario abordar una reforma del sistema de pensiones sino porque temen la reacción de los sindicatos. Si de algo han presumido los socialistas desde que el zarpazo de la crisis sacudió el mercado laboral es de su capacidad para mantener la 'paz social'. Zapatero defendió ante los suyos que la medida es «razonable» y prometió diálogo, pero la respuesta de los 'nobles' del partido no fue, esta vez, de adhesión inquebrantable.
Es raro que en este cónclave trimestral, el máximo órgano de decisión del PSOE entre congresos, se escuchen voces críticas. En los últimos tiempos lo habitual es hacer una mera exhibición de unidad y cohesión en torno al líder. Por eso las acotaciones de dirigentes territoriales como el asturiano Vicente Álvarez Areces, el madrileño Tomás Gómez o el catalán Daniel Fernández (portavoz del ausente José Montilla) resultan, pese a su timidez, significativas. «No podemos provocar fracturas con nuestros mejores aliados», avisó el veterano presidente del Principado.
La decisión del Ejecutivo ha cogido a sus propios correligionarios con el pie cambiado. No hace tanto que la consigna era responder con indignación a quienes se atrevían a hablar de la necesidad de acometer cambios para garantizar las pensiones a largo plazo. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, fue vapuleado el pasado abril por sugerir que se estudiaran medidas como ésta, aprobada ya en Alemania. Desde el Gobierno se le llamó irresponsable. Ahora es Zapatero quien la defiende parapetado en que «en todos los países europeos, en todos», hay abierto un debate sobre este asunto.
La labor del vicesecretario general del partido, José Blanco, y la secretaria de Organización, Leire Pajín, encargados de hablar con los miembros del comité para preparar la reunión, no sirvió para apaciguar el desconcierto. El órgano socialista aprobó por contundente mayoría la resolución que había preparado la dirección la víspera y en la que se alega que «la realidad de los cambios en la pirámide poblacional, el aumento de la esperanza de vida, así como los porcentajes de población activa, hacen necesario tomar decisiones para el futuro del sistema público de pensiones». Pero hubo, cosa rara, dos abstenciones; las de los representantes de Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio de Penagos y José Antonio Pérez Tapias. Y entre las 29 intervenciones que se produjeron a lo largo de las cinco horas que duró el encuentro hubo un denominador común: la petición a Zapatero para que haya flexibilidad en la aplicación de la medida y, sobre todo, para que la explique bien.
Diálogo
En este sentido se manifestaron, por ejemplo, Tomás Gómez, y el secretario general de los asturianos, Javier Fernández. El primero propuso que la reforma distinga entre sectores profesionales. Es más, sugirió que se plantee un retraso voluntario de la edad de jubilación mediante incentivos. Fernández reclamó que se tenga en cuenta la diferencia entre quienes desarrollan una actividad física y quienes se dedican a tareas intelectuales. La respuesta de Zapatero fue directa: «¿Flexibilidad? ¡Pues claro! -dijo-, será producto de la negociación».
La razón de este imprevisto giro a su política económica está en el exterior. «Es una señal positiva que el país haga un debate sobre su sistema de protección social, sobre cómo fortalece y garantizar las pensiones de aquí a 20 años», dijo en su discurso inicial. ¿Señal positiva hacia quien? «Hacia los operadores y agentes económicos», explica un destacado miembro del Gobierno.
Desde que España asumió la presidencia de turno de la UE se han multiplicado las críticas externas por la situación de las finanzas. El 'gurú' de la crisis, Nouriel Roubini, afirmó en Davos que son un «riesgo creciente» para la zona euro. Y con el déficit desbocado hasta el 11,5% el Ejecutivo necesitaba lanzar un mensaje. «Hemos venido a este comité con el rumbo claro, espero que al próximo vengamos ya con datos», concluyó Zapatero.