Antonio Montilla/ Madrid/ La Verdad
Tienen perfiles distintos, pero comparten la no intromisión en las decisiones políticas de sus maridos
La ex de González y la esposa de Aznar son políticas, mientras que la de Zapatero vive al margen
El Palacio de La Moncloa es un denominador común entre Carmen Romero, Ana Botella y Sonsoles Espinosa. Sin embargo, las tres no encajan en el mismo patrón de esposa del presidente del Gobierno, si bien guardan alguna similitud. Entre ellas, una no menor: la nula influencia en las decisiones políticas de sus maridos.
Así se desprende del reportaje que ha publicado la revista 'Vanity Fair', en la que un grupo de allegados de Sonsoles Espinosa desmenuza aspectos poco conocidos de su vida privada. Los comentarios refrendan que esta abulense, licenciada en Derecho pero soprano de profesión, defiende a ultranza su intimidad, algo que también hicieron sus antecesoras. Lo que todos sus allegados le atribuyen es una injerencia cero en los asuntos de su marido. Su círculo de amistades dice que es incapaz de interferir en la decisión final de Zapatero sobre si se presenta o no a las elecciones de 2012. «Ella es sensata y saben dónde está, no tiene la llave de la reelección de su marido, eso es un topicazo», cuenta la diseñadora Elena Benarroch.
La versión de sus amigos es también coincidente en que reconoce que su sitio está en Madrid, pero añora la vida mucha más tranquila de León. La Moncloa, desde luego, no le divierte. Sus preferencias: su trabajo, que le permite viajar casi de incognito a ciudades como Buenos Aires, París e incluso Barcelona, en las que puede perderse por sus calles, y su familia. Algunos de sus amigos hacen notar que, en ciertas ocasiones, resulta 'sobreprotectora' en lo que se refiere a sus hijas -Laura, de 18 años y Alba, de 15-.
La cónyuge de Rodríguez Zapatero tiene su propio paso, muy acorde con la evolución de la sociedad española. Ni dejó su trabajo al llegar a Madrid ni se ha dedicado a presidir fundaciones benéficas y, por encima de todo, camina ajena a la senda de la política, vereda por la que sí transitan sus antecesoras, Carmen Romero -ya divorciada de Felipe González- y Ana Botella. Trabajan y viven la política con intensidad y dedicación, en absoluto se pueden considerar 'floreros'.
Romero vivió en primera fila tanto la trinchera de la clandestinidad antifranquista como las mayorías absolutas. Comprometida con la lucha democrática, en los agitados años del principio del fin de la dictadura, cambió pronto la enseñanza -se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla- por la política. La ex mujer de González pasó siete años en la Moncloa antes de ser elegida diputada del PSOE por Cádiz, cargo que ostentó desde 1989 hasta 2004. Ahora es europarlamentaria.
Ana Botella comparte gusanillo político con Carmen Romero, aunque se inclinó por la labor municipal. Hoy ejerce de número tres de Alberto Ruiz Gallardón en el Ayuntamiento de Madrid, al que llegó en 2003, cuando fue elegida por primera vez concejal del PP. Por entonces, su marido era aún presidente del Gobierno.
Botella y Romero también han trazado una acentuada frontera entre sus vidas privada y pública. La mujer de Aznar no dio pábulo a los rumores sobre una presunta relación entre el ex presidente popular y una ministra francesa, mientras que Romero jamás ha comentado la nueva vida del ex mandatario socialista. Lo máximo que ha llegado a señalar al respecto ha sido: «Felipe y yo nos quitamos las alianzas hace más de 20 años».
Los celos por su privacidad empujaron a Ana Botella a presentar una demanda contra el programa 'Aquí hay tomate', de Tele 5, al que acusó de «intromisiones ilegítimas contra sus derechos fundamentales» por alentar el rumor de que ella y su esposo estaban a punto de divorciarse. A los que se pregunta por su carácter recuerdan su desapego por el pasado y su preocupación por el presente. «El primer día que mi marido dejo la Presidencia del Gobierno -cuenta- lo mandé a El Corte Inglés a comprar porque había que volver a la normalidad cotidiana».
Hijas y nietas
Las semejanzas entre las tres van más allá. La formación y la educación son un legado que consideran básico transmitir a las siguientes generaciones de sus familias, aunque sin interferencias. Sonsoles Espinosa todavía sólo tiene hijas, pero Carmen Romero y Ana Botella ya abrazan nietas. «Creo que a los hijos los deben educar los padres. Yo creo que a mis hijos los hemos educado razonablemente bien, así que ahora les toca a ellos educar a mis nietos», dijo Botella en una entrevista en el suplemento dominical de Vocento, 'XL Semanal'.
Romero pide a la vida poder «disfrutar» de sus cinco nietas, a las que le gustaría legar su pasión por la literatura. Los que la conocen confirman que, lejos de mirar hacia atrás, la europarlamentaria -que dirige un ambicioso estudio del Parlamento europeo sobre la violencia de género- ha apostado por el trabajo y el buen humor como elemento básico de su día a día. De hecho, reveló que si hoy fuera la mujer del presidente del Gobierno, «sufriría mucho menos y me reiría mucho más».
Al club de la formación también se apunta Sonsoles Espinosa, que sigue muy de cerca la evolución académica de sus hijas, a las que, de momento, les ha transmitido su amor por la música, aunque no se inclinan por la clásica, como su madre, sino por melodías más 'heavys'.
Tienen perfiles distintos, pero comparten la no intromisión en las decisiones políticas de sus maridos
La ex de González y la esposa de Aznar son políticas, mientras que la de Zapatero vive al margen
El Palacio de La Moncloa es un denominador común entre Carmen Romero, Ana Botella y Sonsoles Espinosa. Sin embargo, las tres no encajan en el mismo patrón de esposa del presidente del Gobierno, si bien guardan alguna similitud. Entre ellas, una no menor: la nula influencia en las decisiones políticas de sus maridos.
Así se desprende del reportaje que ha publicado la revista 'Vanity Fair', en la que un grupo de allegados de Sonsoles Espinosa desmenuza aspectos poco conocidos de su vida privada. Los comentarios refrendan que esta abulense, licenciada en Derecho pero soprano de profesión, defiende a ultranza su intimidad, algo que también hicieron sus antecesoras. Lo que todos sus allegados le atribuyen es una injerencia cero en los asuntos de su marido. Su círculo de amistades dice que es incapaz de interferir en la decisión final de Zapatero sobre si se presenta o no a las elecciones de 2012. «Ella es sensata y saben dónde está, no tiene la llave de la reelección de su marido, eso es un topicazo», cuenta la diseñadora Elena Benarroch.
La versión de sus amigos es también coincidente en que reconoce que su sitio está en Madrid, pero añora la vida mucha más tranquila de León. La Moncloa, desde luego, no le divierte. Sus preferencias: su trabajo, que le permite viajar casi de incognito a ciudades como Buenos Aires, París e incluso Barcelona, en las que puede perderse por sus calles, y su familia. Algunos de sus amigos hacen notar que, en ciertas ocasiones, resulta 'sobreprotectora' en lo que se refiere a sus hijas -Laura, de 18 años y Alba, de 15-.
La cónyuge de Rodríguez Zapatero tiene su propio paso, muy acorde con la evolución de la sociedad española. Ni dejó su trabajo al llegar a Madrid ni se ha dedicado a presidir fundaciones benéficas y, por encima de todo, camina ajena a la senda de la política, vereda por la que sí transitan sus antecesoras, Carmen Romero -ya divorciada de Felipe González- y Ana Botella. Trabajan y viven la política con intensidad y dedicación, en absoluto se pueden considerar 'floreros'.
Romero vivió en primera fila tanto la trinchera de la clandestinidad antifranquista como las mayorías absolutas. Comprometida con la lucha democrática, en los agitados años del principio del fin de la dictadura, cambió pronto la enseñanza -se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla- por la política. La ex mujer de González pasó siete años en la Moncloa antes de ser elegida diputada del PSOE por Cádiz, cargo que ostentó desde 1989 hasta 2004. Ahora es europarlamentaria.
Ana Botella comparte gusanillo político con Carmen Romero, aunque se inclinó por la labor municipal. Hoy ejerce de número tres de Alberto Ruiz Gallardón en el Ayuntamiento de Madrid, al que llegó en 2003, cuando fue elegida por primera vez concejal del PP. Por entonces, su marido era aún presidente del Gobierno.
Botella y Romero también han trazado una acentuada frontera entre sus vidas privada y pública. La mujer de Aznar no dio pábulo a los rumores sobre una presunta relación entre el ex presidente popular y una ministra francesa, mientras que Romero jamás ha comentado la nueva vida del ex mandatario socialista. Lo máximo que ha llegado a señalar al respecto ha sido: «Felipe y yo nos quitamos las alianzas hace más de 20 años».
Los celos por su privacidad empujaron a Ana Botella a presentar una demanda contra el programa 'Aquí hay tomate', de Tele 5, al que acusó de «intromisiones ilegítimas contra sus derechos fundamentales» por alentar el rumor de que ella y su esposo estaban a punto de divorciarse. A los que se pregunta por su carácter recuerdan su desapego por el pasado y su preocupación por el presente. «El primer día que mi marido dejo la Presidencia del Gobierno -cuenta- lo mandé a El Corte Inglés a comprar porque había que volver a la normalidad cotidiana».
Hijas y nietas
Las semejanzas entre las tres van más allá. La formación y la educación son un legado que consideran básico transmitir a las siguientes generaciones de sus familias, aunque sin interferencias. Sonsoles Espinosa todavía sólo tiene hijas, pero Carmen Romero y Ana Botella ya abrazan nietas. «Creo que a los hijos los deben educar los padres. Yo creo que a mis hijos los hemos educado razonablemente bien, así que ahora les toca a ellos educar a mis nietos», dijo Botella en una entrevista en el suplemento dominical de Vocento, 'XL Semanal'.
Romero pide a la vida poder «disfrutar» de sus cinco nietas, a las que le gustaría legar su pasión por la literatura. Los que la conocen confirman que, lejos de mirar hacia atrás, la europarlamentaria -que dirige un ambicioso estudio del Parlamento europeo sobre la violencia de género- ha apostado por el trabajo y el buen humor como elemento básico de su día a día. De hecho, reveló que si hoy fuera la mujer del presidente del Gobierno, «sufriría mucho menos y me reiría mucho más».
Al club de la formación también se apunta Sonsoles Espinosa, que sigue muy de cerca la evolución académica de sus hijas, a las que, de momento, les ha transmitido su amor por la música, aunque no se inclinan por la clásica, como su madre, sino por melodías más 'heavys'.
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