David Valera Madrid - 13/07/2010 / La Verdad
Alegría desbordante. Éxtasis de felicidad. Sonrisas de oreja a oreja en niños y padres, jóvenes y no tan jóvenes. Orgullo, agradecimiento y, sobre todo, ganas de festejar la conquista de la Copa del Mundo con los héroes de Sudáfrica. Ese era el ambiente que se respiró y vivió en la Explanada del Puente del Rey de Madrid, donde más de 200.000 aficionados pusieron junto a los jugadores el punto final a la celebración. Allí tuvo lugar el fin de fiesta después de que las principales arterias de la capital fueron tomadas por miles de personas ataviadas con banderas y bufandas de España. Las camisetas de la selección en sus diversas modalidades, que representaban un pasado de lamentaciones y frustraciones olvidado por el éxito de los de Del Bosque, inundaban las calles. Pronto, esa vestimenta se actualizará para mostrar la estrella sobre el escudo que tanto ha costado.
"¡Gracias al pulpo hemos sido campeones!", gritó Iniesta a la multitud al presentarse en el escenario, minutos antes de que a Cesc le pusiesen una camiseta del Barça entre Puyol y Piqué, mientras el todavía futbolista del Arsenal intentaba zafarse, tapándose la cara. Aquello ocurrió durante el discurso del más esperado por todos, Pepe Reina, que ofreció su 'show' particular, al igual que ocurrió durante los festejos de la Eurocopa. La gente disfrutó con Reina cuando presentó a cada uno de los jugadores, incluso a él mismo -"este humilde speaker"- dijo, entre las carcajadas y el alborozo general.
Los héroes llegaron a la Explanada pasadas las once de la noche, cuando la maratoniana jornada para los campeones del mundo había comenzado muchas horas antes, con el recibimiento en el aeropuerto. Tras un pequeño descanso para comer, los futbolistas acudieron al Palacio Real, donde les recibieron los Reyes y los Príncipes de Asturias. Don Juan Carlos, que se mostró especialmente cariñoso con Del Bosque, agradeció el triunfo y no dudó en definirlos como ejemplo de "trabajo, esfuerzo y espíritu de sacrificio".
Más de 200.000 personas
Antes de fundirse con el anhelado público, la selección también recibió los parabienes y halagos del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la Moncloa. Pero lo que realmente querían los jugadores era celebrar el título con la afición. La misma que ha sufrido y disfrutado con ellos. Las miles de personas que no se cansaban de corear los nombres de sus ídolos: "¡Illa,illa,illa, Villa maravilla!" o "¡Iker, Iker!". Las más de 200.000 que se congregaron en el escenario final lo pasaron en grande. Nadie quiso perderse este momento histórico. Bustamante, Edurne, Amaya Montero o Seguridad Social amenizaron la velada. Uno de los momentos más emotivos fue cuando en el escenario apareció David de la Red, campeón de Europa hace dos años pero alejado del fútbol por sus problemas de corazón.
Al grito de "¡Campeones, campeones, oé, oé, oé!", "`Sí, sí, sí, la copa ya está aquí!" o "`Yo soy español, español, español!", el autobús de la selección avanzaba poco a poco. Sin prisa pero sin pausa para que cada aficionado pudiera saborear una porción del título conquistado en Sudáfrica. Había personas de todas las edades, pero sobre todo, muchos niños. Esos chiquillos crecerán con la gesta de Viena y Johannesburgo y habrán desterrado los fantasmas de Al-Gandhour o Tasotti. Esos niños que jugaban a ser Villa, Xavi o Iniesta mientras aguardaban la llegada de los protagonistas.
Las pantallas gigantes no se cansaban de repetir los goles de España en Sudáfrica al tiempo que los allí congregados seguían desgañitándose al cantar el tanto de Iniesta ante Holanda. El albaceteño fue uno de los más aclamados, al igual que Villa o Casillas. Incluso Fernando Torres, pese a no haber realizado un buen Mundial fue ovacionado con fuerza por los aficionados. Y así, tras siete horas, concluyó una celebración que empezó con calores saharianos y terminó como si de un macrofestival nocturno se tratase, con música tecno. Una fiesta histórica para un momento irrepetible.
Alegría desbordante. Éxtasis de felicidad. Sonrisas de oreja a oreja en niños y padres, jóvenes y no tan jóvenes. Orgullo, agradecimiento y, sobre todo, ganas de festejar la conquista de la Copa del Mundo con los héroes de Sudáfrica. Ese era el ambiente que se respiró y vivió en la Explanada del Puente del Rey de Madrid, donde más de 200.000 aficionados pusieron junto a los jugadores el punto final a la celebración. Allí tuvo lugar el fin de fiesta después de que las principales arterias de la capital fueron tomadas por miles de personas ataviadas con banderas y bufandas de España. Las camisetas de la selección en sus diversas modalidades, que representaban un pasado de lamentaciones y frustraciones olvidado por el éxito de los de Del Bosque, inundaban las calles. Pronto, esa vestimenta se actualizará para mostrar la estrella sobre el escudo que tanto ha costado.
"¡Gracias al pulpo hemos sido campeones!", gritó Iniesta a la multitud al presentarse en el escenario, minutos antes de que a Cesc le pusiesen una camiseta del Barça entre Puyol y Piqué, mientras el todavía futbolista del Arsenal intentaba zafarse, tapándose la cara. Aquello ocurrió durante el discurso del más esperado por todos, Pepe Reina, que ofreció su 'show' particular, al igual que ocurrió durante los festejos de la Eurocopa. La gente disfrutó con Reina cuando presentó a cada uno de los jugadores, incluso a él mismo -"este humilde speaker"- dijo, entre las carcajadas y el alborozo general.
Los héroes llegaron a la Explanada pasadas las once de la noche, cuando la maratoniana jornada para los campeones del mundo había comenzado muchas horas antes, con el recibimiento en el aeropuerto. Tras un pequeño descanso para comer, los futbolistas acudieron al Palacio Real, donde les recibieron los Reyes y los Príncipes de Asturias. Don Juan Carlos, que se mostró especialmente cariñoso con Del Bosque, agradeció el triunfo y no dudó en definirlos como ejemplo de "trabajo, esfuerzo y espíritu de sacrificio".
Más de 200.000 personas
Antes de fundirse con el anhelado público, la selección también recibió los parabienes y halagos del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la Moncloa. Pero lo que realmente querían los jugadores era celebrar el título con la afición. La misma que ha sufrido y disfrutado con ellos. Las miles de personas que no se cansaban de corear los nombres de sus ídolos: "¡Illa,illa,illa, Villa maravilla!" o "¡Iker, Iker!". Las más de 200.000 que se congregaron en el escenario final lo pasaron en grande. Nadie quiso perderse este momento histórico. Bustamante, Edurne, Amaya Montero o Seguridad Social amenizaron la velada. Uno de los momentos más emotivos fue cuando en el escenario apareció David de la Red, campeón de Europa hace dos años pero alejado del fútbol por sus problemas de corazón.
Al grito de "¡Campeones, campeones, oé, oé, oé!", "`Sí, sí, sí, la copa ya está aquí!" o "`Yo soy español, español, español!", el autobús de la selección avanzaba poco a poco. Sin prisa pero sin pausa para que cada aficionado pudiera saborear una porción del título conquistado en Sudáfrica. Había personas de todas las edades, pero sobre todo, muchos niños. Esos chiquillos crecerán con la gesta de Viena y Johannesburgo y habrán desterrado los fantasmas de Al-Gandhour o Tasotti. Esos niños que jugaban a ser Villa, Xavi o Iniesta mientras aguardaban la llegada de los protagonistas.
Las pantallas gigantes no se cansaban de repetir los goles de España en Sudáfrica al tiempo que los allí congregados seguían desgañitándose al cantar el tanto de Iniesta ante Holanda. El albaceteño fue uno de los más aclamados, al igual que Villa o Casillas. Incluso Fernando Torres, pese a no haber realizado un buen Mundial fue ovacionado con fuerza por los aficionados. Y así, tras siete horas, concluyó una celebración que empezó con calores saharianos y terminó como si de un macrofestival nocturno se tratase, con música tecno. Una fiesta histórica para un momento irrepetible.
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