Los extorsionadores hicieron saber al entonces vicepresidente que había sido filmado en vídeo cuando criticaba a Fraga y comentaba: "El viejo está gagá"
CARLOS E. CUÉ - Madrid - 08/03/2009 / El País . com
Francisco Correa lo fue todo en el PP de José María Aznar, en el que Mariano Rajoy era un personaje destacado, jefe de campaña en 1996 y 2000. Pero a partir de 2003 Correa fue perdiendo contratos en el PP nacional y se refugió en Madrid y en la Comunidad Valenciana. Rajoy permitió que en Valencia y Madrid se siguiera contratando a Correa, pero rompió con él a principios de 2003. Lo hizo por una cuestión personal. Rajoy sufrió en esos días una extorsión con una supuesta cinta en la que se escuchaba cómo él y Xesús Palmou, secretario general del PP gallego, criticaban a Manuel Fraga en los pasillos de una convención del PP celebrada en enero. Tras atar cabos, Rajoy llegó a la conclusión de que era Correa quien había urdido el chantaje, y rompió con él definitivamente, según fuentes de la dirección del partido.
Era a finales de enero de 2003. Mariano Rajoy y Xesús Palmou, dos viejos amigos, entonces vicepresidente del Gobierno y secretario general del PP gallego, respectivamente, charlaban en los pasillos de un pabellón del Ifema, en Madrid. Era un tiempo muerto de una convención del PP, poco después de la crisis del Prestige, que marcó el intento de José María Aznar por lanzar un mensaje centrista y preparar las elecciones autonómicas. "El nuestro es el partido del centro, del centro reformista", había dicho Aznar. El congreso había homenajeado a Manuel Fraga, que cumplía 80 años con un evidente deterioro físico y político por la crisis del petrolero. En su discurso, deslavazado, Fraga había puesto el futuro del PP en manos del apóstol Santiago: "Tengo la esperanza de que el patrón de todas las Españas nos ayudará. También él tuvo un momento de desaliento en tiempos difíciles, que recuperó a los pies de la Virgen del Pilar", sentenció.
Rajoy y Palmou caminaban comentando el discurso del fundador del PP. Una cámara, aparentemente, habría logrado grabar sus palabras. A Rajoy, según fuentes de la dirección del PP, le hicieron llegar que había una grabación en la que se apreciaba claramente cómo él y Palmou decían "el viejo está gagá" y criticaban su gestión en la crisis del Prestige.
Hubo un intento de chantaje con varios intermediarios, al que Rajoy y Palmou decidieron no ceder. Pero en medio de esa crisis, según las mismas fuentes, Francisco Correa habló con Rajoy para explicarle que sabía de la existencia de la cinta -a pesar de que era un asunto secreto dentro del partido- y para insinuarle que él podía solucionarlo. Rajoy llegó a la conclusión de que era Correa quien había urdido el chantaje. Decidió no ceder, y al final la cinta nunca llegó a aparecer, con lo cual nadie pudo saber si realmente existía ni qué era lo que pretendían obtener los chantajistas.
La portavoz oficial de Rajoy, Carmen Martínez Castro, confirmó ayer que el líder del PP supo del intento de chantaje con la supuesta cinta, pero aseguró que "no recuerda" haber hablado con Correa de este ni de ningún otro asunto. Rajoy asegura que conoció todo a través de Palmou y después supo que era el jefe de la supuesta trama corrupta quien podía estar detrás, y en todo momento ordenó no hacer ni caso a la extorsión.
Rajoy ha asegurado estos días que decidió romper con Correa a finales de 2003, poco después de que, en septiembre, Aznar lo nombrara secretario general del PP y sucesor. Según el líder, el PP nacional decidió dejar de trabajar con él al descubrir que utilizaba su influencia para tratar de lograr contratos y adjudicaciones en los municipios de la sierra madrileña. Sin embargo, según fuentes de la dirección, fue unos meses antes cuando Rajoy chocó con Correa, y lo hizo por algo personal, esto es: el chantaje al que fue sometido con la cinta en la que supuestamente aparecía hablando mal de Fraga.
Rajoy fue el jefe de campaña de Aznar en 1996 y 2000, por lo que tuvo responsabilidad cuando prácticamente todo en el PP, y especialmente las campañas electorales, se contrataba con la empresa de Correa. Pero desde finales de 2003, poco a poco, Correa fue perdiendo contratos del PP, que fueron a caer a manos de la empresa de la esposa de Juan Costa, Elena Sánchez, sin que desde entonces haya habido más quejas por sobreprecios o extrañas maniobras. Sin embargo, Rajoy permitió que uno de los barones más fieles a él, Francisco Camps, siguiera contratando todos los actos del PP de la Comunidad Valenciana con las empresas de la trama y nunca avisó oficialmente a las direcciones regionales, tampoco a la de Madrid, de que la gente de Correa no era de fiar. Además, Correa logró aún algunos pequeños contratos en 2005, especialmente de viajes de periodistas.
Mientras Rajoy rompió en 2003 con Correa, el enfrentamiento entre Palmou y la trama supuestamente corrupta venía de lejos. La mano derecha de Correa, Pablo Crespo, ex secretario de organización del PP gallego, había chocado frontalmente con él. Palmou fue quien rompió con Special Events, la empresa con la que, en la época de Crespo, se organizaban todos los actos del PP gallego con la venia del fallecido Xosé Cuiña, entonces el jefe de Crespo en el partido. Palmou rompió con la gente de Crespo y éste dejó el partido y se pasó a trabajar para Special Events. Ahora está entre los principales implicados de la trama que investiga el juez Baltasar Garzón.
Cuando Palmou era secretario general del PP gallego se produjo una anécdota que el líder del PP y su entorno repiten una y otra vez para demostrar que él siempre ha estado alejado de la trama corrupta, a pesar de que en 1996 y 2000, como jefe de campaña, trabajó con ella. Fue en 1997, en plena guerra entre el sector de la boina, cuyo líder era Cuiña, con Crespo como su principal ayudante, y el del birrete, con Rajoy al frente. El líder del PP acudió al congreso regional del partido en A Estrada. Cuiña y Crespo quisieron mostrar su poder, e idearon un extraño protocolo, basado en el orden alfabético, que tenía un solo objetivo: mandar a Rajoy y a otro ministro destacado, miembro de grupo del birrete, José Manuel Romay, a la última fila. Los colocaron en un anfiteatro, al fondo, mientras Cuiña estaba en primera fila.
Rajoy se enfadó mucho, pero utilizó su ironía para quejarse. Dijo que nunca hasta entonces lo habían mandado a "o poleiro" (el gallinero) y que desde allí se veían las cosas de otra manera. La maniobra no gustó en La Moncloa, y muchos en el PP creen que marcó el inicio de la caída de Cuiña. Sólo dos años después llegaría Palmou a la secretaría general gallega y echaría a Crespo.
Pero Crespo y Correa no olvidaron y aparentemente buscaron venganza, años después, con la supuesta cinta comprometedora. Al final, según fuentes de la dirección, la operación no tuvo éxito, pero dejó un claro rastro de cómo funcionaban las cosas en un partido que, entonces con el poder absoluto en Galicia, Madrid, la Comunidad Valenciana y La Moncloa, tenía a su alrededor un complejo entramado de empresas, amigos, adjudicaciones millonarias, recalificaciones, regalos y favores donde lo público y lo privado se entremezclaban.
Rajoy y Palmou caminaban comentando el discurso del fundador del PP. Una cámara, aparentemente, habría logrado grabar sus palabras. A Rajoy, según fuentes de la dirección del PP, le hicieron llegar que había una grabación en la que se apreciaba claramente cómo él y Palmou decían "el viejo está gagá" y criticaban su gestión en la crisis del Prestige.
Hubo un intento de chantaje con varios intermediarios, al que Rajoy y Palmou decidieron no ceder. Pero en medio de esa crisis, según las mismas fuentes, Francisco Correa habló con Rajoy para explicarle que sabía de la existencia de la cinta -a pesar de que era un asunto secreto dentro del partido- y para insinuarle que él podía solucionarlo. Rajoy llegó a la conclusión de que era Correa quien había urdido el chantaje. Decidió no ceder, y al final la cinta nunca llegó a aparecer, con lo cual nadie pudo saber si realmente existía ni qué era lo que pretendían obtener los chantajistas.
La portavoz oficial de Rajoy, Carmen Martínez Castro, confirmó ayer que el líder del PP supo del intento de chantaje con la supuesta cinta, pero aseguró que "no recuerda" haber hablado con Correa de este ni de ningún otro asunto. Rajoy asegura que conoció todo a través de Palmou y después supo que era el jefe de la supuesta trama corrupta quien podía estar detrás, y en todo momento ordenó no hacer ni caso a la extorsión.
Rajoy ha asegurado estos días que decidió romper con Correa a finales de 2003, poco después de que, en septiembre, Aznar lo nombrara secretario general del PP y sucesor. Según el líder, el PP nacional decidió dejar de trabajar con él al descubrir que utilizaba su influencia para tratar de lograr contratos y adjudicaciones en los municipios de la sierra madrileña. Sin embargo, según fuentes de la dirección, fue unos meses antes cuando Rajoy chocó con Correa, y lo hizo por algo personal, esto es: el chantaje al que fue sometido con la cinta en la que supuestamente aparecía hablando mal de Fraga.
Rajoy fue el jefe de campaña de Aznar en 1996 y 2000, por lo que tuvo responsabilidad cuando prácticamente todo en el PP, y especialmente las campañas electorales, se contrataba con la empresa de Correa. Pero desde finales de 2003, poco a poco, Correa fue perdiendo contratos del PP, que fueron a caer a manos de la empresa de la esposa de Juan Costa, Elena Sánchez, sin que desde entonces haya habido más quejas por sobreprecios o extrañas maniobras. Sin embargo, Rajoy permitió que uno de los barones más fieles a él, Francisco Camps, siguiera contratando todos los actos del PP de la Comunidad Valenciana con las empresas de la trama y nunca avisó oficialmente a las direcciones regionales, tampoco a la de Madrid, de que la gente de Correa no era de fiar. Además, Correa logró aún algunos pequeños contratos en 2005, especialmente de viajes de periodistas.
Mientras Rajoy rompió en 2003 con Correa, el enfrentamiento entre Palmou y la trama supuestamente corrupta venía de lejos. La mano derecha de Correa, Pablo Crespo, ex secretario de organización del PP gallego, había chocado frontalmente con él. Palmou fue quien rompió con Special Events, la empresa con la que, en la época de Crespo, se organizaban todos los actos del PP gallego con la venia del fallecido Xosé Cuiña, entonces el jefe de Crespo en el partido. Palmou rompió con la gente de Crespo y éste dejó el partido y se pasó a trabajar para Special Events. Ahora está entre los principales implicados de la trama que investiga el juez Baltasar Garzón.
Cuando Palmou era secretario general del PP gallego se produjo una anécdota que el líder del PP y su entorno repiten una y otra vez para demostrar que él siempre ha estado alejado de la trama corrupta, a pesar de que en 1996 y 2000, como jefe de campaña, trabajó con ella. Fue en 1997, en plena guerra entre el sector de la boina, cuyo líder era Cuiña, con Crespo como su principal ayudante, y el del birrete, con Rajoy al frente. El líder del PP acudió al congreso regional del partido en A Estrada. Cuiña y Crespo quisieron mostrar su poder, e idearon un extraño protocolo, basado en el orden alfabético, que tenía un solo objetivo: mandar a Rajoy y a otro ministro destacado, miembro de grupo del birrete, José Manuel Romay, a la última fila. Los colocaron en un anfiteatro, al fondo, mientras Cuiña estaba en primera fila.
Rajoy se enfadó mucho, pero utilizó su ironía para quejarse. Dijo que nunca hasta entonces lo habían mandado a "o poleiro" (el gallinero) y que desde allí se veían las cosas de otra manera. La maniobra no gustó en La Moncloa, y muchos en el PP creen que marcó el inicio de la caída de Cuiña. Sólo dos años después llegaría Palmou a la secretaría general gallega y echaría a Crespo.
Pero Crespo y Correa no olvidaron y aparentemente buscaron venganza, años después, con la supuesta cinta comprometedora. Al final, según fuentes de la dirección, la operación no tuvo éxito, pero dejó un claro rastro de cómo funcionaban las cosas en un partido que, entonces con el poder absoluto en Galicia, Madrid, la Comunidad Valenciana y La Moncloa, tenía a su alrededor un complejo entramado de empresas, amigos, adjudicaciones millonarias, recalificaciones, regalos y favores donde lo público y lo privado se entremezclaban.
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